martes, 7 de febrero de 2012

El Poder de mis palabras.


El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.
Mateo 12:35.

Amigos todo árbol se conoce por su fruto, si ciertamente  nosotros no somos árboles que demos un fruto visible, comestible o que se pueda vender. Pero nuestro vocabulario nuestras acciones son frutos de nuestro corazón, cada palabra que sale de su boca y acción que realiza viene de su interior y la biblia declara que tenemos un tesoro y es nuestro corazón y que echamos mano de él los buenos y malos.

Las palabras que pronuncia nuestra boca tienen consecuencias irreversibles para bien o para mal, estamos condicionados a un órgano tan pequeño como la lengua, tal es el condicionamiento que la biblia enseña que:
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado (Mateo 12:37).

Es necesario que reflexionemos de cada una de las palabras que salen de nuestra boca teniendo en cuenta que Dios todo lo sabe con anticipación por lo tanto su palabra nos condiciona a esto: Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. (Mateo 12:36).

Entonces que tenemos que hacer para que nuestras palabras cambien es la pregunta a responder  y lo haremos conforme a la Biblia. Sabemos que una persona sin Jesucristo está perdida por lo tanto su corazón su tesoro esta negro nada bueno puede salir de ella, y entonces como es bueno, resulta que también nuestra boca obra para salvación la Biblia dice:
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (Romanos 10:9).

Por lo tanto para limpiar nuestro corazón debemos de declarar con fe que Jesús es el señor  y saber que resucitaremos a una nueva criatura es decir un corazón nuevo limpio del cual si podrán salir palabras de Bendición a otras personas.

Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:10).

 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. (Romanos 10:11)

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